Hacía apenas un año que el cura turinés Juan Mauricio Cinotto había llegado a Sampacho (1905) y ya comenzó a germinar la idea de convertir a este pueblo del sur cordobés en una pequeña réplica de Turín de donde era oriundo. Y se trajo un cuadro réplica del milagroso hallado allá por 1104 entre las ruinas de un terremoto.

Cinoto llegó al sur de Córdoba y se encontró con varios paisanos italianos y austríacos. En consecuencia el idioma no iba a ser obstáculo de enseñar el evangelio por allí, cuando comenzó con el primer triduo en 1906. Y allí, el himno de quien iba a ser la futura patrona del pueblo se hizo escuchar.

«Mille Volte benedetta» (Mil veces bendita seas) fue enseñada a los colonos y fieles que dos años más tarde asistieron a la primera novena en honor a La Consolata.

Pasaron los años, llegó la gran imagen de María tallada en madera obra genial de los Hermanos Borgogno un 25 de julio de 1911 y el «Mille Volte…» se hacía sentir cada vez con mayor fuerza.

Sólo hubo unas esporádicas suspensiones (según reza el libro de memorias de la parroquia) que por disidencias con el gobierno nacional las prohibiciones estaban en vigencia a tal punto que en 1955 la procesión no se realizó.

La canción en italiano fue desdibujándose allá por 1972/73 porque el párroco de entonces Horacio Arias entendía que no había mucho sentido cantar en un idioma diferente al nuestro.

Pero en especial las abuelas rogaban que para junio las estrofas de ese himno sean elevadas al cielo y si fuera posible con el gran órgano Babliani mucho mejor.

Así en 1982 (año de la guerra de Malvinas) arribó el sacerdote Miguel Hippermayer. Y lo primero que hizo fue restaurar en el corazón de la gente este himno que es cantado en pleno idioma de la península itálica por parte de grandes y chicos, de abuelas llorosas y de jóvenes emocionados aunque los barbijos de protección Covid en parte disimulen ese estado de ánimo.

«Ma Sampacho, cara madre,

sempre fu da te protetto

e fra tutti prediletto

da Gesú Consolator»…

dicen estas estrofas que a pesar del traspaso de décadas y vaivenes, sigue siendo la canción que identifica a un pueblo católico aferrado al manto de la virgen como hace tanto tiempo.

En consecuencia, con una sonrisa si alguien llega para radicarse en este lugar se le invita a aprender la tonada tan clásica de este pueblo y de ser posible comenzar a murmurar en italiano «Mille Volte Benedetta».