Caucete en San Juan era destruida por un terremoto que se sintió en toda la Argentina

Muchos despertaron sobresaltados el 23 de noviembre de 1977 a las 6,23 horas. Las ondas sísmicas llamaban la atención por las ondulaciones que se generaban en los suelos.

Muchos nuevos arroyos nacieron a partir de ese fenómeno telúrico que se percibió en gran parte del país.

En esta parte de la región también se evidenciaron daños, principalmente en algunas iglesias como la Catedral de Río Cuarto, Cristo Rey de Coronel Moldes y el Santuario La Consolata de Sampacho todos con agrietamientos.

Las escenas de pánico que vivieron principalmente muchos riocuartenses que viven en edificios de altura fue notorio. Llamó la atención que vecinos, hombres y mujeres salieran en ropa de cama a la calle sin importar el pudor. Solo era un susto mayúsculo que por fortuna no pasó a mayores.

Se toma a partir de ese 23 de noviembre, como Día de Defensa Civil en Argentina.

Datos del sismo

Su epicentro estuvo en 31°32′03″S 68°31′34″O, su hipocentro a una profundidad de 13 km. Se sintió con una intensidad de grado IX en la escala de Mercalli, y registró una Magnitud Momento (Mw) de 7,5-7,8.

El terremoto causó 65 víctimas fatales , destruyó casas y edificios en toda la región, con énfasis en la ciudad de Caucete. Los mayores daños se produjeron en las construcciones de adobe. Al igual que en los sismos anteriores, se produjeron fenómenos de licuefacción de suelo, al este del valle del Tulum y valle del río Bermejo. Se originaron cráteres y volcanes de arena, derrames laterales y violentas salidas de agua con hasta tres metros de altura. La red vial fue enormemente afectada, al igual que la red de riego y drenaje y la infraestructura ferroviaria. Por la licuefacción se produjeron numerosos daños en las líneas de transmisión de energía, redes de distribución de agua potable, perforaciones para riego. También hubo daños en numerosas obras civiles aún no inauguradas, como barrios y escuelas. El terremoto de 1977 se asocia al sistema de fallamiento Ampacama-Niquizanga, durante el cual se produjo ruptura superficial y un desplazamiento vertical promedio de 30 cm, según un relevamiento geodésico efectuado en 1982. También ocasionó daños al norte del Área Metropolitana del Gran Mendoza. En edificios altos, a más de 1000 km de distancia, se sintieron sus efectos apreciablemente.