Nadie pudo imaginar que ese mechón de oro que lucía Agustín Gallo, un niño oriundo de Bulnes, iba a transformar la historia de su pueblo.

El día en que Agustín nos dejó para siempre, comenzó una nueva era en el ámbito deportivo de Bulnes porque se gestó la idea de una escuela para niños (y posteriormente niñas) del pueblo.

Y así comenzó todo. Cientos de risas infantiles, primero jugando al fútbol. Luego las chicas del hockey que bajo el nombre de «Escuela Agustín Gallo» pasearon su calidad deportiva por otras provincias. Y desde el cielo, una mirada feliz de un niño rubio multiplicada en cada juego, en cada trofeo, en cada gol, en cada grito. Quizás el costo fue muy elevado porque Agustín falleció producto de una cruenta enfermedad. Pero su recuerdo se multiplicó con frutos importantes porque desde la escuela que lleva su nombre, sugieron figuras de importancia internacional.

Seguramente los papis de Agustín no imaginaron jamás que el dolor irremediable de la muerte de su hijo, les iba a redundar en tantas satisfacciones reflejadas en las caras felices de cientos de pequeños deportistas, llevando en su corazón nada más y nada menos que el nombre de la escuela y el del pueblo: Bulnes.

(Mingo Amaya)