Reducción es una población plena de virtudes. Primero por la fe, segundo por la historia, tercero por ser un lugar de peregrinación de tantos promesantes que año a año acuden a aliviar sus cuestiones espirituales bajo la Cruz del Señor de la Buena Muerte.

La historia da cuenta de los tiempos de los indios de malones y batallas, hasta que finalmente, a  330 años de aquella disposición para fundar y establecer una reducción de indios,  hoy es un pueblo realmente maravilloso donde además del aroma de las miles de flores que adornan plazas y jardines, se respira fe e historia..

Comienzos

El 3 de abril de 1691, el Gobernador de Córdoba del Tucumán, don Tomás Félix de Argandoña, dispone establecer una reducción de indios, en el paraje de El Espinillo, misión para la cual, el padre Rector del Instituto Religioso de la Compañía de Jesús, Hernando de la Torre Blanca, designa a los padres Diego Fermín de Calatayud -en calidad de superior- y Lucas Caballero, quien durante años se había dedicado a catequizar aborígenes. Las actividades de estos jesuitas, comprendían la asistencia e instrucción de los naturales del lugar.

Años más tarde, El Obispo ofreció la reducción a los PP. Franciscanos y el 3 de marzo de 1751, fue comisionado don Juan Calderón para darles posesión a los pampas de esas tierras, en la persona del cacique y para que se los amparara y no les fuesen quitadas, acto que se hizo efectivo el 16 de marzo de 1751.

Los franciscanos estuvieron al frente de la Reducción, que se estableció sobre la base la antigua misión y se la denominó Reducción de Indios Pampas de San Francisco de Asís, desde 1751 hasta la década de 1780; su primer cura doctrinero fue Fray Francisco Dávila y los primeros en recibir los sacramentos fueron los pampas Diego y Agustín, en la ciudad de Córdoba, y en el mes de octubre de 1751, celebró el primer casamiento indígena, entre el Cacique Gabriel Muturillo y María Josefa.

El 15 de septiembre de 1775, el Gobernador de Córdoba, Jerónimo de Matorras, les concedió a los indios de la Reducción el beneficio de dos leguas de tierras al sur del Arroyo Chucul, estableciendo una multa de cien pesos a quien osara quitárselas.

La Reducción se mantuvo por más de treinta años y hacia 1780 dejó de existir.

Llega el gran capitán

 Quince años después, el Capitán Francisco Domingo Zarco, en los últimos meses de 1795, emplazó el pueblo en la misma banda sur, y lo llamó Pueblo de Jesús María (nombre que no prosperó, manteniéndose en el tiempo el de Reducción), que pronto trasladó a este lado del río Cuarto, donde edificó la capilla, a la que dotó de las imágenes del Santo Cristo de la Buena Muerte y de la Señora de los Dolores. También construyó trincheras, el fuerte y una acequia.

Nuestra historia es rica en nombres y acontecimientos que han dejado una profunda huella a través de los años, sobre todo en lo que rodea al Santo Cristo de la Buena Muerte, que eligió este lugar, en un rancherío de la frontera, en medio del desierto, para obrar tantos milagros entre los miles de peregrinos que a él acuden.