Un barrilete: nada más simple y sencillo para enviar mensajes al cielo
Año 1959-1960. Un domingo a la tarde en que vine a pasear a Sampacho (aclaro que vivía en Las Higueras y luego en Río Cuarto) , vi como unos chicos del barrio jugaban con barriletes. Había de todo tipo y tamaño. Era para este tiempo de agosto.
Lo cierto fue que tomé una hoja de papel, un hilo de dos metros todo anudado y un trozo de hilo sisal como cola. Y corría en la calle guadalosa para intentar hacerlo volar.
Un tío mió ya fallecido Félix Carballo, vio esa escena en silencio. El lunes, en el tren blanco de nuevo a Río Cuarto y (ufa!) a la escuela.
Recuerdo que a los 15 días volvimos de paseo a la casa de la abuela y llegamos en tren (aquel recordado coche motor) un sábado a eso de las 12,30. Todo era rápido. Cambiarse de ropa para ir a jugar. Chicos de ciudad que venían a este pueblo maravilloso porque era la libertad. Digamos como que éramos bastante pobres, pero mi madre y menos mi abuela (Doña Ingracia) no nos dejaban faltar nada. Bueno. Retomando este relato, me dijo mi tío Félix. «Vení que acá hay algo para vos».
Y allí estaba en el cuartito del fondo. Un barrilete tipo bomba de color verde y amarillo, muy grande. Recuerdo que en los tiros tenían bramaderas y lo que era mejor, una gigantesca madeja de hilo de esas «bolseras». Ah…y la cola, eran todas antiguas corbatas cosidas para disimular los nudos.
¡Que maravilla!.¿Para mí? pregunté con mucho de temor a que me dijera que no. «Si…es tuyo», dijo el tío. Ahora lo vamos a probar. Recuerdo que en la mano derecha me puso la madeja, en la mano izquierda la cola enrrollada y semejante barrilete en la espalda.
30 metros y con mis apenas 9 años casi no lo podía sostener hasta que me gritó: ¡¡largalo!!!. Y esa belleza de cuerpo de cañas y papel brillante se elevó como una flecha hacia el cielo, a confundirse con la silueta de las nubes y el ffffrrrrr!!!! de las bramaderas me sorprendió. Allá en lo alto lo veía tan pequeño. Y cuando tuve el palo de la madeja me costaba sostenerlo por la fuerza que hacía.
Despues el ritual de habilidades para que todo sea más atractivo. Los mayores como yo…Se acuerdan del saludo? Se le recoría el hilo y se lo largaba de golpe y el barrilete hacía como una reverencia. Ah…enviamos un telegrama…Un papel que iba subiendo por el hilo vaya a saber con que mensaje infantil de aquellos años.
Inolvidable recuerdo.
Quizás este relato pueda parecer cursi o irreal. Creo que quizás a muchos no le interese en absoluto y no me enojaré por eso. Pero para un chico pobre tener un bello barrilete y con una madeja completa de hilo, era un tesoro, solo dimensionado por quienes tienen mi edad.
Creo que aún hoy, con tanta tablet, play station y no sé que otra cosa, a los niños hay que regalarles juguetes simples en la medida de lo posible.
Y…como será que han pasado más de 60 años y el recuerdo de esa orgullosa ave de papel verde y amarilla y cola de corbata, sigue estando latente en mi mente.
Ah…! y el sonido de sus bramaderas también.
(Mingo Amaya).