Al casi finalizar la celebración eucarística en la que fue ordenado sacerdote por Mons. Adolfo Uriona en Berrotarán, el P. Ramiro Sinfreu dirigió emotivas palabras de agradecimiento a los presentes.
«Al llegar al final de esta Eucaristía, mi corazón desborda de gratitud. Me resulta imposible poner en palabras todo lo que estoy viviendo», expresó el flamante sacerdote.
Sinfreu agradeció en primer lugar a Dios, «que me llamó con misericordia y cada día me sostiene con fidelidad», y manifestó su deseo de entregarle «toda mi vida, cada día en su pueblo, con todo lo que soy».
El nuevo presbítero recordó especialmente a su familia, «a quienes me dieron la vida y me enseñaron a amar», y destacó que le transmitieron la fe «no con discursos, sino con gestos, con sacrificios silenciosos, con una entrega cotidiana que nunca pide reconocimiento».
También agradeció a Mons. Uriona «por su confianza y cercanía, su paternidad», así como al P. Sergio Bosco, actual rector del Seminario, «por toda la cercanía, la paciencia, acompañamiento y oportunidades». Extendió su gratitud a todos los formadores y docentes del Seminario Jesús Buen Pastor.
El P. Sinfreu recordó a su parroquia del Sagrado Corazón, donde «nací a la fe, aprendí a amar a Jesús», y agradeció a todas las comunidades que marcaron su formación sacerdotal.
Durante su mensaje, el sacerdote compartió su lema vocacional: «Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros». Explicó que desea «vivir como sacerdote: ser presencia de ese Dios cercano, que habla, que consuela, que salva».
Citando las palabras de San Pablo, manifestó: «Proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo… cumple tu ministerio con fidelidad. Eso quiero hacer. No me ordeno para mí, sino para ustedes».
El P. Ramiro concluyó dirigiéndose a los jóvenes que pudieran sentir el llamado vocacional: «No tengas miedo. Dios no quita nada, lo da todo. Seguirlo vale la pena».
Fotos: Joaquin Albang




