“SI LE PUEDO SER UTIL”

En aquellos tiempos, los campeonatos relámpagos era una cuestión de vida o muerte. Los equipos tenían “20 y 20” para alcanzar la gloria de ser campeones en un día o bien retirarse bien temprano derrotados a casa.

Antes los premios se comparaban por el tamaño de las copas. Una vez el equipo de “Los Nenes del Pasto” ganaron una copa que tenía ¡dos metros de alto!. La copa del mundo era un poroto al lado de esta que se jugó en dos fechas por la gran cantidad de equipos anotados.

Pero el relato se orienta a otra cosa.

Allá por 1963, los trabajadores de una de las canteras de Sampacho se reunían en la sede del Club Nobleza en asambleas laborales porque había problemas con las patronales. En su mayoría eran trabajadores provenientes de San Luis, personajes curtidos por lo duro de su trabajo, pero enaltecido por la hidalguía de los protagonistas.

Quien pudo ver la película “Quebracho” (1975) puede imaginarse a estas asambleas donde los reclamos eran de mejores pagas, mejores condiciones de trabajo, etcétera.

Los “Canterinos” (así se los llamaba), habían formado una larga mesa debajo del tinglado donde se hacían los bailes del club. Siempre había uno que era el líder y que actuaba como un delegado y era el que a su vez mediaba entre los interlocutores quienes antes de hablar alzaban la mano encallecida para decir “pido la palabra…”

Raúl Amaya un extinto suboficial de policía había sido fundador del Club Nobleza. Los colores de la divisa eran casaca marrón a botones. También usaron la convencional de algodón. El número de paño en la espalda, el cuello de la casaca y los vivos del bolsillito a la izquierda eran de amarillo furioso.

La primera de Nobleza era por lo general un gran equipo y seguro protagonista de esos inolvidables campeonatos relámpagos.

Al mismo tiempo “la segunda” era el sobrante de esos grandes jugadores a quienes se los miraba con simpatía porque seguramente más de un tercer partido no iban a pasar.

Retomando el escenario de aquella asamblea, Raúl se permitió interrumpirla por unos segundos haciendo la siguiente pregunta.

“Muchachos…¿habrá entre ustedes alguien que sepa jugar al fútbol?”. El pedido era que la primera estaba bien armada, pero a la segunda le faltaban un par de hombres. Con completar los 11 era suficiente.

Pasaron unos instantes y nadie contestaba. Hasta que de uno de los extremos de aquella larga mesa de negociaciones se levantó un hombre. Alto de rostro curtido por el sol, morocho, bigote abundante y gran musculatura quien dijo con timidez. “Señor…yo se algo de fútbol. Soy full back”; lo que hoy la jerga de la prensa especializada diría marcador central, líbero o algo así. Antes la terminología de los puestos de un equipo se dividían de esa forma. A los defensores se les decía full back sea central derecho o izquierdo. A los volantes que hoy llaman carrileros o enganches antes era los insíder (“inicia” en criollo) y a los delanteros se les llamaba “centre foward” y “ wines” estos últimos hombres de punta que siempre tenían que ser veloces y jugar pegaditos a la raya bien abiertos.

Para graficar mejor como era la imponencia de su físico y extraorindario parecido, muchos recordarán al dirigente jujeño “El Perro” Santillán que tantas veces fuera figura de los medios nacionales por sus luchas de los trabajadores.

Al medio a la derecha, un canterino de menor contextura física también alzó su mano y dijo: “Señor: yo juego de insai (insíder) derecho”.

El más alto que se había quedado parado en toda su dimensión física dijo con extremo respeto. “No valemos mucho, pero disponga de mi si le puedo ser útil”…”Y yo también”, dijo con firmeza casi militar el otro.

Recuerdo que llegó el día del partido. Al full back de apellido Silva hubo que darle botines, medias y completarle todo el equipo. El otro de apellido Mercau al menos tenía unos buenos pero algo gastados Sportlandia señal de su paso por algún equipo puntano.

Silva era de los alrededores de Santa Rosa del Conlara y Mercau de Merlo.

Así llegó el día del campeonato. Comenzaba los domingos a las 8 y ya había mucha gente para ver los equipos. De entrada nomás por el tema de los sorteos, le tocó el turno a la reserva de Nobleza con sus camisetas desteñidas (por ser de segunda) ingresó al trotecito en fila india hacia el centro de la cancha.

Allí estaban los “importados de San Luis” Silva y Mercau. El grandote lucía un pañuelo atado en la cabeza a modo de vincha (como aquellos guerreros japoneses de la segunda guerra) y Mercau tenía más pinta de jugador.

El resto que miraba detrás del alambrado de dos hilos consideraba que los dos canterinos fueron porque no había otros hombres más que poner y seguro iban a quedar “despachados” en el primer partido.

¡Pero cuántos se equivocaron! Silva era la elegancia, el sacrificio, el tesón en el fondo. Se había transformado. Mandaba a sus compañeros, los ordenaba, sacaba todas las pelotas aéreas de cabeza y rápidamente su figura sobresalía del resto de los 22 protagonistas. Mercau en cambio era la habilidad pero de esas para adelante. No era un “morfón” por el contrario se sacaba la marca de encima y habilitaba a su compañero. Siempre estaba desmarcado y cuando iniciaba el juego tenía una visión absoluta para entregar la pelota a sus compañeros

El primer partido lo ganaron 1 a 0. Y así fueron cayendo “11 Laureles”, “Juventud Unida”, “San Martín”, “Sportivo Achiras”.

Bueno…el final no fue el que el lector estaba esperando porque cuando quedaban solamente dos partidos por jugar, la segunda del Nobleza cayó derrotada y eliminado por el temible Peñarol de Bulnes que después dirimió el pleito con “los más buenos”. Pero en el recuerdo nos quedó la figura de ese gigante del área que entregó la vieja camiseta empapada de sudor, dejando como una estela, semejante seguridad, elegancia y personalidad. De Mercau recuerdo esa increíble habilidad con la pelota y si bien no hizo goles, al menos ayudó en todos a convertir.

“A Silva y Mercau los vimos un par de campeonatos más y un día se fueron a otra cantera en la búsqueda de nuevos horizontes. Calculo que ambos deben haber tenido más de 30 años, pero de tanto visitar los estadios de nuestra región hoy, ¡como me gustaría ver hoy a un full back como Silva y a un insíder como Mercau!.

Mingo Amaya