En el marco del Año Jubilar que se celebra en la Diócesis de Río Cuarto, Monseñor Adolfo Uriona, presidió este miércoles 20 de marzo la Misa Crismal en la Catedral de Río Cuarto.

Durante su homilía, el prelado hizo hincapié en dos aspectos fundamentales del sacerdocio ministerial: la configuración con Cristo y el celo por la salvación de las almas.

Refiriéndose a la renovación de las promesas sacerdotales, Mons. Uriona señaló que se les pide a los presbíteros «unirse y conformarse más estrechamente al Señor Jesús, renunciando a ustedes mismos y cumpliendo los sagrados deberes que, movidos por amor de Cristo, para servicio de su Iglesia, asumieron con alegría el día de la ordenación sacerdotal».

El Obispo explicó que «se requiere un vínculo interior, más aún, una configuración con Cristo y, con ello, la necesidad de una superación de nosotros mismos, una renuncia a aquello que es solamente nuestro, a la tan invocada autorrealización». Invitó a los sacerdotes a no preguntarse «¿Qué gano yo?», sino más bien «¿Qué puedo dar yo por él y también por los demás?».

Destacó que los santos, como el Cura Brochero, son «traducciones» accesibles del estilo de vida de Cristo y señaló que «Dios no mira los grandes números ni los éxitos exteriores, sino que remite sus victorias al humilde signo del grano de mostaza».

La Misa Crismal es una de las liturgias más solemnes, donde se bendicen los óleos sagrados que se usan para los sacramentos. Es celebrada días antes de la Semana Santa.

Es un momento de comunión entre el obispo y los presbíteros, y una oportunidad para renovar las promesas sacerdotales.