En este tiempo de Reyes Magos, las historias son muy ligadas a los más pequeños. Solo que hablar de un día de recuerdos, juguetes y magia va mucho más allá. Y la verdad es que no tengo muchos argumentos para comentar estas historias.
Pero sí hay una anécdota de esas que quedan grabadas en la mente de los memoriosos y lo que fue mejor, con un final feliz, vinculada a los milagros, a una niña, hoy madre de familia y toda una profesional y algo que no es un simple relato, sino que es un hecho totamente verídico.
Vaya si los milagros existen
El siguiente fue un hecho verídico sucedido hace alrededor de unos 25 años en la localidad de Sampacho.
Una niña que una tarde de domingo de agosto había estado en una reunión en el gimnasio del colegio La Consolata, se fue a jugar a la placita llamada Madre Teresa de Calcuta donde hoy está el Salón del Peregrino y contigua a la sede policial.
En esos momentos esta nena, a quien llamaremos Milagros, tenía unos 6 años. Cuando fue la nochecita , desesperados sus familiares cayeron en la cuenta que había desaparecido. Todo fue espontáneo. Se armaron rápidas brigadas en la búsqueda de la pequeña, conformadas por policías y vecinos quienes usaban todo tipo de vehículos para rastrear a la niña.
En esos años no existían los celulares ni la posibilidad de comunicarse inmediatamente. Mediante un vehículo equipado con altoparlantes se informaba a la gente de lo sucedido para que colaboren en intentar hallar a esa nena, del cual parecía que se la había tragado la tierra.
La desesperación en la búsqueda se orientó al unísono a todos lados, en el centro, la periferia, el arroyo, se controlaron las 2 rutas que bordean al pueblo. Todo era inútil. Milagros no aparecía.
Con mucho pesar y gran preocupación, a eso de la 2 de la madrugada se suspendió la búsqueda para reiniciarla apenas comience a clarear el lunes. Esa noche en cada hogar hubo rezos y cadenas de oración, todo con resultado infructuoso… infructuoso??.
Por la mañana, a las 7 Doña Juana, la querida mamá del padre Miguel se dirigió al templo a realizar su oración matinal, mientras el padre abría la puerta principal del Santuario. Grande fue su sorpresa cuando vieron a Milagros acurrucadita durmiendo serenamente en uno de los bancos de la iglesia. El padre Miguel le tocó el rostro y ella estaba tibia, a pesar de haber pasado una noche bastante fresca.
Rápidamente se dio a conocer la noticia y el pueblo estaba feliz.
Pero en los detalles ocultos, pocos saben que el padre Miguel le preguntó a Milagros si había sentido miedo y ella con la mejor de las sonrisas dijo que nó, que «Alguien» la había cuidado.
A muy corta distancia el Ángel Custodio que preside uno de los altares se secaba la transpiración de su rostro (supongo yo que fue así) mientras mamá Consolata unos metros más allá, volvía a vestir su manto sagrado con el que había cobijado a la nena. Quiero pensar que fue así porque en una noche de agosto, con baja temperatura, Milagros no pasó ni fríos ni miedos.
Hagamos que la imaginación haga el resto, pero seguro que la nena vivió -a pesar de todo- una noche de ensueño cobijada por La Consolata y cuidada por su Ángel Guardián que veló su sueño.
Han pasado los años y este archivo apareció justo en el Día de la Epifanía como por arte de magia. Despúes del paso del tiempo pudimos ubicar a la nena de entonces, hoy toda una mamá mayor.
Y usted amigo lector ¿cree en esos milagros cotidianos?. Pues la verdad que yo sí porque en escenario donde ocurrieron estos hechos, hay varios más para contar en otra oportunidad.
(Mingo Amaya)