En una de las hermosas tardes de Sampacho, a eso de «la hora del mate», se escucha la voz de un vendedor ambulante que grita…»Hay pastelll…!!!». Así, al estilo de antes.
Mauricio Practo es de Río Cuarto y hace unos 10 años que vive en Sampacho. Alguien le sugirió vender algo y la idea fueron unos pastelitos con dulce de membrillo o de batata que son una delicia.
«Vendo de lunes a domingo. Mi esposa los prepara y salgo en la bici por los barrios del pueblo. Vendo bien. Seguro que con esto no me voy a hacer rico, pero salimos del paso día a día y la clientela va creciendo».
A Mauricio no lo frenen los vientos ni los perros de los barrios que por ahí le tiran algunos tarascones. Él con una sonrisa prepara para ese cliente de cada tarde, una bandejita y el aroma hace imaginar exquisitos sabores.
«Ahora vamos a intercalar pasteles de dulce de membrillo, también de batata y hasta me han sugerido que les ponga un dadito de queso. Lo vamos a hacer. Las sugerencias son bienvenidas. Ah…vamos a acondicionar la bici para llevar canastas adelante y atrás y dentro de poco nos vamos animar con las empanadas que a mi señora le salen exquisitas».
Antes de concluir la entrevista, Mauricio agradece al pueblo de Sampacho que compra sus deliciosos pasteles. Y allí nombra el recorrido que hace pedaleando varios kilómetros por día. «Y…es un trabajo y a mi me hace falta, es duro pero es también el sustento para mi familia».
Y parte feliz con su bicicleta hacia otros barrios. Así…con la frente bien alta. Los esperan más clientes. Mañana reiterará el ritual y pasado y pasado.
Después de la siesta, cuando las amas de casa preparan el mate, seguramente escucharán la voz de Mauricio que se acerca en su bici traansportando sabores
¡»Hay paaasteeellll!».