En la imaginación popular siempre hubo hechos que sucedieron y que con el paso del tiempo se fueron ampliando con los detalles de quienes escucharon y porque no, vivieron determinados acontecimientos donde los trenes fueron protagonistas.

Uno de esos ejemplos más claros fue cuando una madrugada lluviosa del 4 de diciembre de 1939 cayó un tren de carga a las turbulentas aguas del arroyo Santa Catalina. Los torrentes habían derribado el puente, el maquinista no lo adviritió y la pesada locomotora y los vagones cayeron al cauce crecido.

Allí perdieron la vida el maquinista (Juan Gómez), el foguista (Antonio Primo Temperini) y el guardatren (Claudio Herrán).

Pues bien, hasta no hace mucho, en noches de tempestades, aseguraban que por allí por el actual puente se escuchaba el silbato de un tren. Muchos salían a ver pero no se veía absolutamente nada.

Tren del misterio en Las Vertientes

El relato fue expresado por un vecino quien guardaba tras de sí, un extenso pasado como suboficial de policía. Lo cierto es que al comentar aspectos de su función como guardián del orden, una noche sucedió algo inusual. Gente que venía viajando en colectivo por la ruta 8, descendieron en el portal del pueblo. Eran como las 3 y pico de la madrugada, noche oscura, niblinosa y con amenaza de tormenta.

Como a esa hora no pasaba nadie decidieron –valijas en mano- caminar los mil metros del acceso Juan Pablo Fillipuzzi para ingresar a Las Vertientes. Como dijimos la noche era muy oscura, desapacible, tormentosa y el viento hacía gemir la hilera de pinos que bordea este trayecto. Al llegar a las vías férreas, los viajeros que venían fatigados por el viaje y la caminata, vieron una inmensa luz similar a las de las locomotoras cuando estaban arribando desde la zona del sur para ingresar en la estación.

La playa y el galpón era iluminado por el poderoso reflector de la máquina. Los viajeros apuraron el paso con sus valijas en mano antes de dejar pasar el tren que en principio “estaba como detenido y apenas se movía”.

«En realidad nos demoramos un poco porque un tren en el paso a nivel (cerca de donde actualmente está la Casa Belén) no nos dejaba pasar», dijeron al otro día los viajeros. Cuando transitaron por el lugar vieron que las vías estaban muertas, cubiertas de malezas y donde se evidenciaba que hacía mucho tiempo los trenes por allí habían dejado de circular.

En realidad fue sorpresivo el relato por cuanto sus familiares, vecinos de Las Vertientes, se apresuraron en aclarar. «Hace más de 30 años no pasa un tren por aquí».

Un cambista muerto

La explicación surgió de abuelos memoriosos quienes dieron cuenta que hace muchos años por un infortunado accidente en el sector denominado «Loma Redonda», había un desvío de vías y un trabajador murió accidentalmente una noche de esas muy oscuras, con nieblas y amenazas de lluvia.