Las nuevas generaciones saben poco y nada de las Grandes Maniobras Militares de noviembre de 1936.

El Estado Argentino contaba por entonces con un ejército poderoso, al igual que nuestro país auténtica potencia en todo sentido.

Fue así que Europa se desenvolvía en una tensión alarmante donde los rumores de la guerra mundial eran cada vez más estridentes.

De allí la necesidad de adecuar a las tropas argentinas de lo que podría generarse: un conflicto mundial para el cual había que estar preparados.

El ala que perpetua el recuerdo de los dos oficiales que cayeron cerca de Achiras. Al fondo se alcanza a ver el fuselaje del Fokker siniestrado

Por diversas razones se eligieron los alrededores de tres lugares: Achiras, Estación Chañaritos y Sampacho que por entonces era un nudo ferroviario vital para los desplazamientos.

Sobre finales de octubre de 1936, El Estado Mayor Argentino inició el mayor desplazamiento de tropas antes de lo sucedido en Malvinas 1982.

Trenes repletos de soldados, pertrechos de guerra, tanques, cañones, miles de caballos, víveres, carpas y todo el equipamiento necesario se trajo por tren.

El cuartel general se instaló en la escuela “Elena Maggi” al suroeste de Achiras y el otro sector en la estancia Las Rosas donde los comandantes de los bandos que iban a trabajar en los entrenamientos bélicos, hicieron allí su asentamiento.

Se sumó la Fuerza Aérea con sus máquinas Fokker y otro tipo de bombarderos para el sobrevuelo de las acciones.

En consecuencia desde Sampacho hasta Achiras y Los Pozos, se cubría una distancia de 150 kilómetros por 40 kilómetros de ancho donde se realizaron simulacros con toma de prisioneros, acciones de estrategia, disparos de armas de fuego de fogueo, cañones y obuses, todo como si fuera una guerra.

Se dividieron dos bandos. Los colorados y los azules quienes pugnaron por llevarse “la victoria” como todo simulacro, pero en realidadse trataba de estar preparados ante una contienda ecuménica de la que por suerte Argentina se mostró neutral.

Números para el espanto

Participaron 18 mil hombres, 10 mil caballos, más de 50 aviones y el armamento más moderno de todo Sudamérica.

Para proveerse de elementos indispensables, los soldados construyeron almacenamientos de agua, tanques australianos en muchas chacras que permitieron extraer 120.000 litros de agua diarios y embalsar cuatro millones de reserva.

Fue director y comandante en jefe de las tropas el general de División Camilo Idoate.

Por el lado del Estado Mayor General fue el jefe el general de Brigada Abraham Quiroga.

Finalmente las maniobras concluyeron en noviembre de 1936 ante la presencia del presidente Agustín Pedro Justo quien vino en tren especial desde Retiro. El desfile fue imponente en un día lluvioso. Ya en el pueblo, el obispo Leopoldo Buteler ofició un solemne Tedeum en la plaza central de Sampacho.

La tragedia presente

Dos jóvenes oficiales murieron en estas maniobras. Se trata de los subtenientes Alejandro H. Fernández y Norberto Núñez quienes perdieron la vida al precipitarse el avión Fokker a tierra en un  campo cercano a Achiras.

Hoy en la histórica Plaza Sarmiento de la población serrana se observa parte del fuselaje perfectamente conservado y la majestuosa ala de un avión fue el testimonio por el cual se perpetúa la memoria de los valientes oficiales argentinos que quedaron para siempre en las recordadas maniobras militares de 1936.