Cada 7 de agosto se reitera el fenómeno de ir a rezar a San Cayetano. Sólo que en las últimas décadas, se ha profundizado la necesidad de un diálogo íntimo entre sus fieles devotos y el propio santo patrono del pan y del trabajo.

Probablemente el barro Bimaco de Río Cuarto haya sido la mayor expresión de fe en una amplia región con el obispo Adolfo Uriona presidiendo los actos centrales. El Barrio Santini de Coronel Moldes y el Barrio Norte de Sampacho fueron expresiones de fe muy numerosas, al igual que el barrio San Cayetano de Adelia María.

Los sacerdotes profundizaron sus mensajes en agradecer la gracia de un trabajo y acompañar a aquellos que han venido a peticionar por el trabo propio, de un familiar, de un amigo.

Lo importante es que esta devoción se ha ido incrementando de tal forma que los fieles concurrieron en forma masiva y durante todo el día a los centros religiosos para agradecer, pedir y recibir la bendición de este clérigo que nació en Vicenza (Venecia) en el año 1480 en el seno de una familia noble. Estudió Teología y Derecho Civil y Canónico en la Universidad de Padua y luego se trasladó a Roma donde fue nombrado secretario privado del Papa Julio II, quien muere en 1513. A partir de este hecho Cayetano decide abandonar el cargo y estudiar durante 3 años para ser sacerdote.

Han sido varios los milagros atribuidos a Cayetano.

Se cuenta que debido a su afán de dar siempre comida a los pobres llegó el momento en que en su casa no había quedado para comer. Entendiendo la necesidad de su madre, se dirigió al altar en la puerta del Sagrario donde estaban las hostias y dijo: «Jesús amado, te recuerdo que no tenemos hoy nada para comer». Al rato llegaron unas mulas con gran cantidad de provisiones, y los arrieros no quisieron decir de dónde las enviaban.