Para un sampachense la santa patrona del lugar es un verdadero misterio. Es un sentimiento que se anidó alguna vez en el corazón de todos y late junto a quienes viven en esa hermosa población cordobesa que se llama Sampacho.
La Consolata es alegría, paz, consuelo, es un bálsamo para la tristeza, es un aliento para cuando nos sentimos deprimidos, es la respuesta a tanto amor que María dio por su Hijo Divino Jesús.
La Consolata nos acompaña en ese examen difícil que tenemos que enfrentar cuando somos estudiantes, es el empuje al momento de tomar las decisiones difíciles, es la alegría inmensa cuando triunfamos y con lágrimas en los ojos miramos al Cielo para agradecerle. La Consolata caminará a nuestro lado siempre en nuestras vidas. Como cuando acompañamos a un ser querido que está en su lecho de muerte, cuando visitamos a un abuelo postrado y abandonado, cuando viajamos en medio de una tormenta en la oscuridad de la noche. La Consolata es esa medallita que apretamos con fuerza cuando una hija nuestra está en la sala de partos pronto a ser mamá, o cuando esperamos en el quirófano para una intervención complicada. La Consolata nos mira desde el rincón más tibio de nuestra casa, desde la estampita del libro que más nos gusta, desde esa foto que nos sacamos algún 20 de junio en la plaza cuando aún las abuelas del pueblo eran hermosas niñas de primera comunión. La Consolata es emoción contenida cuando al cantar «Mille Volte Benedetta» (Mil veces bendita seas) recordamos a un ser querido que se nos fue a la Casa del Padre.
La Consolata es la protección de nuestros hijos y nietos, de nuestras novias y esposas, de los abuelos que también alguna vez la cargaron sobre sus hombros en una fría tarde de junio.
Para un sampachense, La Consolata es la bendición de un sacerdote, de un obispo, es la palabra de renovación de fe de un misionero, es el aliento celestial cuando nos caemos y no tenemos fuerza para levantarnos.
La Consolata es eso. Una gigantesca expresión de amor que nos acompañará durante todo este año.
¡Como no nos vamos a sentir orgullosos de pertenecer a un pueblo llamado Sampacho que tiene a la mamá más bella del mundo.
Nuestra Madre La Consolata!!
Si…así es…Todo un sentimiento. Que ella nos bendiga por siempre.
H.D.A.