El día en que los ángeles lloraron y las imágenes santas se movieron en la capilla del colegio

Fue noticia de trascendencia nacional, por la experiencia de niños de primera comunión alumnos del Colegio La Consolata de Sampacho ante un fenómeno extraño experimentado al observar que las imágenes adquirían movimiento.

Los chicos fueron testigos de algo inusual y lo más curioso es que ninguno de ellos tuvo miedo por el recinto donde se encontraban y en plena preparación de catequesis.

Buscando en algunos archivos encontramos esta historia:


El recuerdo nos transporta a agosto de 1992.
Un grupo de niños de 8 y 9 años que se preparaban para su primera comunión, como clase de catequesis fueron a rezar a una capilla improvisada que las hermanas (del Bueno y Perpetuo Socorro) habían armado cuidadosamente cerca de la escalera que lleva a la planta alta. La idea surgió porque las hermanas estaban solas y recorrer de noche toda la distancia bastante extensa desde la casa hasta la capilla actual era toda una cuestión de ciertos temores.
Pues bien. Una mañana los alumnos junto a su catequista llegaron a ese lugar que contaba con sagrario y todo. En un determinado momento la maestra se ausentó unos instantes y fue motivo para que uno de los niños se levantara y se dirigiera de un lugar a otro. La imagen de la Virgen que presidía el recinto desde un cuadro siguió con la mirada a ese niño.
«¿Viste lo que yo vi?» se preguntó uno a otro, aunque nadie quería decir nada. Porque las imágenes adquirieron movimiento e incluso los ángeles que estaban situados a cada costado del altar comenzaron a derramar lágrimas. No se sabe cuanto tiempo transcurrió, porque ese fue un secreto celosamente guardado en el corazón de esos chicos.
En realidad pudo haber sido todo un acontecimiento, pero la serenidad de los niños calmó todo.
«No tuvimos miedo porque estábamos con Dios», dijo uno. En efecto era así. Estaban bien preparados. Justo al día siguiente arribaba el padre Víctor Pugnatta para una misa de sanación en el Santuario. Fue a la capillita, impartió la bendición y dijo. «Los niños no tienen miedo porque esta es una señal de Dios y Él los protege».
Conjeturas hubo por cientos, pero en el recuerdo quedará ese mensaje venido del cielo y suma una bella historia de las tantas que tiene el colegio en estos años que acaba de cumplir.

(Mingo Amaya)