Tal como sucediera hace poco tiempo con la llegada del tren de pasajeros a Laboulaye, General Levalle, Vicuña Mackenna y Justo Daract, cual tentáculos de acero, las vías férreas brillaron nuevamente con el paso de un moderno convoy de pasajeros que se dirigía hacia Mendoza.
Y ese fenómeno social, situado con lágrimas de emoción, con viajeros agradecidos, con personal ferroviario que está viviendo un auténtico sueño, el tren arribó a Palmira, importante estación del antiguo Ferrocarril San Martín.
La plataforma, la playa de maniobras, los alrededores de la querida estación, se tonalizaron con los colores de celeste y blanco.
«Mi padre fue ferroviario y gracias a él, viajamos muchos años en los trenes. siempre bien, cómodos y seguros», decía Roberto Arévalo un vecino de aquellas regiones.
La oferta de viajes de hoy permite acceder a un solo servicio por semana (con partida y regreso) desde Retiro a Justo Daract y seguramente en febrero llegará un nuevo tramo uniendo la Capital Federal con la provincia de Mendoza.
¿Cuales son las ofertas de hoy? se preguntaron muchos. La mayor atracción radica en el costo del pasaje sensiblemente menor al de un colectivo. El tren ofrece coches de Pullman, Camarotes, Coche Comedor y Primera clase con wi fi, baños en perfecto estado, personal de atención y un sinnúmero de ventajas más. Desde biblioteca de a bordo hasta televisión y aire acondicionado.
Debieron pasar 30 años
Desde aquel fatídico marzo de 1993 en que el «Aconcagua» pasó por última vez, los rieles dejaron de ver el paso de los trenes de pasajeros. Hasta ese momento había un servicio diario entre Retiro y San Juan.
Hoy con una demanda creciente, se especula en que habrá que reformar los servicios, tal como viene ocurriendo en el servicio del General Roca Constitución-Mar del Plata o por el Mitre con el Retiro Córdoba (El Cordobés).
Lo cierto es que el tren volvió a ser el testigo de un sentimiento hecho bandera de celeste y blanco y que permite a muchos de los pobladores de los pueblos del interior, regresar a la emoción de viajar como a comienzos del siglo XX en que las locomotoras ferroviarias trajeron mucho más que progreso. Trajeron consigo el milagro de la Argentina que necesita estar unida por las hermosas y pulidas paralelas de acero.