Este pasado domingo y a la edad de 63 años, murió Alberto Miguel Sanni, el popular vendedor de diarios y último personaje del pueblo, de esos que solo existen en lugares como los nuestros.

Alberto era tan popular que todos lo conocían, por esa misma razón les dejo algunos detalles de su vida.

Era muy devoto de La Consolata y no se perdía noche de novena. (A veces iba a la tarde y a la noche). Era hincha fanático de Boca Juniors y por ahí lo hacían enojar cuando el club de sus amores era derrotado.

Fue responsable en su trabajo y por más de 30 años fue vendedor del diario Puntal de Río Cuarto ¡sin faltar nunca!.

Esa actitud le valió ser reconocido con la distinción «Ramas Culturales» de Coronel Baigorria, tiempos de intendencia de Víctor Pascual Bértola. Alberto se codeó esa noche con personajes de la radio, la televisión de Córdoba y recibió una ovación cuando fue a recibir su premio.

Era de carácter fuerte por ahí con cierta facilidad se le escapaba un improperio, pero como ya lo conocían nadie le hacía caso.

En los últimos años y merced al trabajo de accesibilidad practicados en la sede del banco de Córdoba, allí estaba mañana a mañana de lunes a lunes con sus diarios. Pero se lo veía en su desvencijada moto, en la bici por los bancos, la feria, por el centro, siempre con su paquete de diarios.

Sin proponérselo Alberto logró una popularidad tal que estuvo enmarcada con mucho cariño. Ejemplo de ello fue como se lo ayudó el día en que se incendió su casa. Algo le quedó pendiente: No poder visitar a la localidad de Monte de los Gauchos, ya que su papá Don Miguel fue el constructor de la hermosa capilla del lugar erigida en honor a San Isidro Labrador.

Hoy la esquina del banco de Córdoba lució vacía. También la baranda del banco Nación. Faltaba ese personaje que decidió partir un domingo de Pascua sorprendiendo a todos. Y así, en medio de los sentimientos tan profundos de esta Semana Santa que acaba de de concluir, Alberto recibió cientos de oraciones en su despedida a la Casa del Padre.

No importa a veces ser un potentado, una alta personalidad para lograr lo que algunos ansían y no lo logran. Captar el cariño de toda una comunidad que seguramente cuando vean la esquina del banco vacía, por largo tiempo lo van a recordar.