Un día como hoy pero hace 111 años, llegaba desde Italia a esta localidad la imagen mayor de Nuestra Señora de La Consolata, considerada como una de las joyas más preciadas de la Diócesis de la Villa de la Concepción y de la iglesia argentina.
Fue el padre Juan Mauricio Cinotto nombrado párroco de Sampacho en 1905 oriundo de Turín quien desde el primer momento en que pisó suelo sampachense, se abocó a la idea de crear un santuario en la localidad. Lo logró pero no pudo verlo porque falleció tres semanas (octubre de 1946) antes que fuera honrado con ese título el templo mayor erigido en honor a La Consolata.
Las crónicas parroquiales dan cuenta que la imagen costó cinco mil liras, fue creada por los Hermanos Borgogno de Turín construida en sus talleres de ebanistería de Torino a comienzos del siglo XX.
Todo hace indicar que Cinotto quería «presentar» en Sampacho la gran imagen adquirida en Turín para el 20 de junio de 1911 pero el viaje a bordo del barco «S. Limbania» barco se demoró más de lo previsto y llegó a Sampacho un mes después de la fiesta.
Hay curiosidades que rodean a la hermosa Consolata de Sampacho. En esos años, el pueblo estaba regido espiritualmente por los santos patronos del lugar los Ángeles Custodios desde el 19 de junio de 1902. Cuando llegó la advocación de la Virgen, la gran mayoría de colonos -todos italianos- se sintieron atraídos por el magnetismo de la «Virgen Gringa» como aún se la sigue llamando familiarmente. Cuentan esos relatos de los archivos que por las mañanas Juan Cinotto oficiaba misa en italiano debido a la gran cantidad de inmigrantes que vivían en estas regiones y que muy poco sabían del castellano. Pero eso sí. Con fervor y en ese idioma cantaban como hasta hoy «Mille Volte Benedetta» (Mil veces benditas seas).

Eterna testigo de la vida de un pueblo

La Consolata ha sido testigo de innumerables acontecimientos rodeados de tristeza, tales como la triste noche del terremoto del 10 de junio de 1934. También la 2º Guerra Mundial y la inmensa preocupación de todos fue parte de esa contienda donde se imploró su protección. Los hechos de violencia de 1955 con iglesias incendiadas, la guerra de Malvinas con su saldo de tristeza y muerte, las noches de miedo de diciembre de 1978 (conflicto con Chile por el canal de Beagle), y la más reciente, la pandemia que sumó a su pueblo en uns instancia de temor, oscuridad y muerte.

Pero La Consolata con sus milagros, logró restablecer el brillo de sus devotos que le siguen cantando «Mil veces bendita seas».


«Sampacho no sería Sampacho sin La Consolata; tampoco nos podríamos imaginar a La Consolata sin Sampacho» ha repetido una y otra vez el padre Hippermayer. 

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