Habría cientos de adjetivos para describirlo. Pero me quedo con ese ímpetu de manejo a bordo de un Ford Falcon, una Chevy o la indómita Fuego que hizo honor a su nombre cruzando alguna vez la línea de llegada con un incendio en sus entrañas.

El adiós a este ídolo que se dio el gusto de ganar a lo campeón. A veces polémico, malhumorado o excesivamente celoso de lo que hacía, pero nadie discute que fue un deleite verlo correr.

Este sábado el Flaco de Ramallo se fue a la eternidad y para los que tuvimos la alegría de verlo en las pistas, nos quedó la sensación de haber visto a uno de los grandes campeones del automovilismo argentino lo que no es poco.

Juan María Traverso ya es leyenda…ya es historia.

(Mingo Amaya)