La plaza central de la localidad de Alejandro estaba colmada de alumnos que se aprestaban a vivir un día inolvidable.

Tras el izamiento de la Enseña Nacional y la entonación del Himno Nacional, se dio lugar a las invocaciones religiosas y a los discursos recordando esa figura gigante del general Manuel Belgrano.

Así se llegó al momento en que los alumnos respondieron a viva voz su promesa de lealtad ante el Pabellón Nacional. Un par de aviones surcó el aire ante la alegría de los chicos y la Enseña patria quedó flameando en lo más alto del mástil tras este juramente que tanto tiene de argentinidad.