Las tradiciones son eso: intocables. Cuando el bramido de la tribuna cesó, el público se retiró del estadio de Sporting, dirigentes y jugadores se fueron en silencio al Santuario para ofrendar -como se estila en Sampacho- el título a La Consolata.

Lo que hizo Sporting es muy propio de sampachenses. Una tradición que arrancó allá por 1985 con un campeonato de Ascenso que obtuvo Atlético Sampacho. Y desde ese momento nunca más se dejó de hacer. Y muchos recordarán aquel raid del inolvidable Sergio Trabucco que unió Las Cataratas del Iguazú con Coronel Moldes. Pero tuvo que pasar por el Camarín de La Consolata para ofrendar su gratitud por el logro obtenido. Algo similar hizo el triatlonista Alberto Jesús Perassi en sus victorias en el exterior. Y los chicos del fútbol o el voley con inolvidables títulos, más adelante Atlético Sampacho y Sporting y…

Las tradiciones son inamovibles porque están marcadas a fuego en el corazón de la gente, sean devotos o no. Quizás habría mucho más para escribir refiriéndonos a esta inmensa devoción, pero nos quedamos con la dulzura de la mirada de la Virgen complaciente porque a sus pies tiene un nuevo trofeo fruto del esfuerzo y el trabajo colectivo.