A las 23.06 del domingo 10 de junio de 1934, Sampacho se estremeció con uno de los sismos más potentes registrados en la historia Argentina. A las 2.02 del 11 de junio otro temblor destruyó lo poco que había quedado en pie. De los 5.500 habitantes de ese tiempo, solamente quedaron unas pocas familias en el pueblo. Otras se fueron y muchas de ellas para siempre. A pesar de la violencia del fenómeno y de quedar una población en ruinas, no murió nadie. Se le atribuye este milagro a la milagrosa virgen de La Consolata que iba a iniciar precisamente la novena patronal. Ese año La Consolata no salió. Cuentan que el cura párroco Juan Mauricio Cinotto recorría las oscuras calles del pueblo con un farolito de mano junto a las monjitas del Bueno y Perpetuo Socorro visitando los heridos y contusos. Hubo muchos lastimados, fracturados, lesionados de toda índole que no podían valerse por sus propios medios, incluso sin atención médica porque el viejo Hospital San Roque también había sido destruido por las fuerzas de la naturaleza. Durante varios días la tierra siguió temblando mientras de a poco iban llegando las ayudas de los gobiernos nacional y provincial. A 87 años de lo que muchos llamaron «la noche del terror», se sigue recordando a la violencia de la tierra y el milagro de la patrona. Hoy Sampacho es una hermosa localidad cordobesa de unos 10.000 pobladores. La localidad sigue su meta de crecimiento y progreso. Cuenta con todos los servicios y su imagen es un bello lugar con gente solidaria y hospitalaria que la hacen distinta precisamente por haber surgida de las trágicas ondas telúricas, para convertirse en una tierra fuerte generadora de recursos, amistades y generosidad hacia todos los que hoy vienen a ocuparla y visitarla.