Una multitudinaria expresión de fe, se vivió en Reducción este lunes 1º de mayo. Las bajas temperaturas ocurridas durante la noche perjudicaron un poco por eso fue que despues del mediodía arribó el grueso de los fieles en todo tipo de vehículos.

La policía informó que la peregrinación se desarrolló con normalidad y desde las 5 fueron recibidos con la primera misa. Otro contingente vino desde el este de la zona de La carlota y Alejandro para arribar al Santuario de Reducción.

Mensaje con preocupación

El obispo diocesano exteriorizó en su homilía de la misa matinal concelebrada con varios sacerdotes de la Diócesis, fragmentos de lo que fue la asamblea de obispos celebrada recientemente. Allí se puso sobre la mesa la situación del país, la pobreza y la inseguridad.

Adolfo Uriona puntualizó sobre estos ítems.

«En estos días los obispos argentinos estuvimos reunidos en Asamblea plenaria y reflexionábamos acerca de la realidad de nuestra patria.

Nos sentíamos cercanos al pueblo argentino que sufre… Sufre por el agobio del desencanto, las promesas incumplidas, los sueños rotos. Sufre también por la angustia de sentir que es cada vez más difícil poner el pan en la mesa, cuidar la salud e imaginar un futuro para los jóvenes. Además, se suma a este sufrimiento el miedo a salir a la calle y la violencia y la agresión generalizada.

«Se percibe cada vez más la pérdida de los valores que sostenían la vida familiar y social, la degradación creciente de la educación manifestada en la deserción escolar y nos preocupa el avance arrollador de las adiciones.

Nos preguntábamos: ¿qué hicimos de nuestra patria? A cuarenta años de la recuperación de la democracia vemos con dolor cuánto desaprovechamos las posibilidades que teníamos de construir una Argentina pujante y feliz.

Ante todo esto queremos seguir confiando en el camino democrático con la esperanza de que estamos a tiempo dado que siempre es posible renacer si somos capaces de dialogar y de ponernos la patria al hombro.

Por eso pedimos a quienes poseen mayores responsabilidades que tengan la grandeza de pensar en el sufrimiento de muchos, más que en los propios intereses mezquinos. Que sean capaces de escuchar y discutir con respeto con el que piensa distinto hasta encontrar puntos en común».