En estos días de intensa sequía y a pedido de algunos amigos, me dijeron que recordara al famoso parque de diversiones San-Ki-Chu-Park. ¿Por? pregunté sin que aún se me haya caído la ficha. «Porque cuando llegaba traía la lluvia!!!», respondió mi amigo.

¡Y era cierto!

Allá por mediados de los años 60 llegaba a Sampacho, uno de esos parques de diversiones tan recordados (muchos se pusieron de novios) en esas instalaciones.

El San-Ki-Chú- era número puesto de éxito pero cada vez que llegaba al pueblo…llovía a cántaros. Pobres!! dos o tres días de temporal. Recuerdo que la estrella del parque era su locutor. Uno cerraba los ojos e imaginaba lo que el tipo decía. En la imaginación nos hacía ver un parque gigantesco igual al de Retiro que estaba en aquellos años y que también hoy es recuerdo.

Y los domingos entre los goles de la cancha, el griterío de los hinchas, se imponía desde el micrófono este animador que decía: «El parque de los grandes premios y los grandes espectáculos!!! ¡El parque de la familia y para toda la familia!! seguía la voz desde una bocina ronca instalada en lo más alto. Y ahí el tipo, pasaba a detallar las atracciones del parque. «Las góndolas…el vaivén los suspiros»; «la calesita…la reina del mundo infantil», «la vuelta al mundo…la más grande de Sudamérica» (bah…no llegaba a los 15 metros de altura, pero el locutor estaba convencido que era así).

«¡Y para esta noche…otro juego de living…otro juego de living», el clásico sorteo con el número de la entrada.

Recuerdos de aquellos años con las dedicatorias. Uno pagaba unas monedas y «dedicaba» temas a una chica (los románticos de aquellos tiempos eran los de Leo Dan los preferidos porque tenían nombre de mujer) o algún amigo, siempre con la intención de reirse o hacer bromas, algunas de ellas muy pesadas.

Les cuento que había canciones muy populares en aquellos años que eran número puesto en la discoteca del San Ki Chú tales como «Ven que estoy hirviendo» de Los Iracundos y usted ya se imagina lo que derivaba esto.

Los concursos de cantores en los sábados eran furor y el comentario al otro día. Seguramente hay mucho más por recordar A nadie le importaba los decibeles de esas bocinas destartaladas al máximo que eran cargosas, pero nunca escuché sobre denuncias por el alto volúmen. Pero las dedicatorias eran un problema para muchos. Y al final, el intentar «acompañar» una chica en la oscuridad de aquellos tiempos con una promesa de amor que, decían, si nacía en el San Ki Chú, terminaba en el altar seguro.

Ah…pero lo que era más importante era que si llegaba a Sampacho, seguro traía la lluvia.

¡Habría que buscar algún teléfono para contratarlo ya!

MIngo Amaya