Desde sus inicios allá por junio de 1935, Sporting Club de Sampacho se convirtió en un «club de familia».
Dicen que ya por aquellos años, los dirigentes muchas veces dejaban su rol de conductores para calzarse la camiseta blanca y negra e ir a disputar ardorosos partidos principalmente con sus rivales de otras ciudades.
En el departamento Río Cuarto, Sporting es el único que practica básquet desde hace 87 años y sigue con esa tradición hasta el presente, pero ahora con nuevas instalaciones, con otras dependencias en formación, creciendo en firme.
Los dirigentes trabajan, siguen fomentando el deporte y cuando llega el momento dejan sus investiduras de miembros de la Comisión Directiva, se ponen la indumentaria con los clásicos colores y saltan al ruedo de piso de madera lustrada para hacer vibrar a multitudes con sus dobles y triples.
Por eso fue enternecedor verlos trabajar este pasado 9 de Julio desde muy temprano con un gigantesco locro. Revolviendo la mezcla en ollas gigantescas de muchos años de antigüedad, hicieron recordar a aquellos sufridos trabajadores de comienzos del siglo XX en las cuadrillas rurales. Pero no. Esta vez eran jugadores de la primera división y a la vez, otros «ex» que trabajaban para que el club siga adelante.
Y de eso se trata. de seguir alimentando esa mística que siempre rodeó a una entidad» de familia», pero que se transforma en una fiera cuando en alguna ardorosa noche de básquet, las tribunas rugen «Spooorting, Spoooting».
No importa la edad de los jugadores. Desde los más chiquitos hasta los mayores, la tradición sigue hacia un futuro de formación. Y para ver ese auténtico milagro de pasiones y trabajo, solo basta acercarse a cualquier hora a la sede de calle Rivadavia y ya está. Siempre habrá un niño, un joven practicando tiros al aro. Y con eso ya está todo dicho.